miércoles, 28 de octubre de 2009

¿El sabor amargo de la muerte?

Hay temas que la humanidad toca tan poco o con tanto temor o recelo que hemos dado en llamarlos "un tema tabu". Tabú según nuestro diccionario es algo "prohibido", algo que no debe tocarse o mencionarse. Así, entre éstos temas están lo referente al "sexo", tan así, que en lugar de educar nosotros a nuestros hijos en ese sentido, se educan ellos en la calle o en la television, y por ello, el grado de degeneración que hemos alcanzado hoy. Para algunos o algunas, aunque nos de un poco de risa mencionar la edad verdadera es un tabú.

Pero, lo que asombra es que casi entre la totalidad de creyentes y no creyentes, la sola mención de la "muerte" causa inmediatamente una reacción negativa. Hace unos meses nos decidimos a ir a comprar por cómodas mensualidades nuestros servicios funerarios con mi esposa, nos asombró el asombro de los vendedores al vernos tan felices por la compra. Ya nos reconocen cuando llegamos cada mes a hacer los abonos respectivos porque decimos: "venimos a pagar la cuota de nuestras cajitas felices". Uno de ellos también en broma nos dijo: "Eso es en Mc". No le respondimos nosotros, esto es mejor que Mc.

La muerte para un creyente no debiera ser una tragedia ¿Cómo puede ser trágico el día de graduación? El día de nuestra muerte es el día en que vamos a recibir los galardones que Dios nos ha prometido, y si creemos que el no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta...(Números 23.19) ¿Entonces?. Ciertamente entendemos que la muerte de un niño, de un joven adolescente o de una madre recién compuesta, nos duele mucho más que la muerte de un anciano o anciana que ya cumplió con su deber y ya nos dejó un legado de experiencias. Pero ¿Cómo pretender que mami y papi vivan ciento cinco o ciento diez años, literalmente arrastrándose, pues a esa edad ya no pueden valerse por sí solos? No podemos ser egoístas, todo tiene su tiempo dice Eclesiastes 3. El sabor amargo de la muerte debiera de ser para los impíos, pero, para nosotros los píos el sabor de la muerte debiera de ser dulce.