jueves, 29 de enero de 2009

¿Estamos eligiendo personas idóneas?

La iglesia empezó a crecer y se unían a la iglesia de Jesucristo no solamente judíos que se salían de las sinagogas, sino griegos y de otras nacionalidades que renunciaban a sus creencias, costumbres y tradiciones para seguir el evangelio (vea Hechos 8:27 y 10:1). Como la iglesia primitiva vivía en comunidad (otra diferencia o pudiéramos llamar deficiencia de la iglesia actual) se evidenciaron algunos problemas, como el que vemos en Hechos 6:1 y 2; en donde algunas viudas recibían menos raciones que otras. Pero el hecho importante es la elección de personas idóneas para el servicio, veamos.

Cuando la queja llega a los discípulos estos responden: "No es justo que dejemos la predicación del evangelio, para servir a las mesas; buscad pues entre los hermanos a siete varones (y aquí vienen los requisitos) llenos del Espíritu Santo y llenos de sabiduría", entre quienes se encontraba Esteban.

Todo buen líder, todo buen pastor, cuando elige a una persona para el servicio tiene que estar seguro que la persona es la idónea, en el sentido que debe ser llena del Espíritu Santo lo que indica que debe ser una persona digna, honesta, correcta, confiable no solamente para él como su director sino para la congregación. En otro sentido tiene que ser una persona que lleve tiempo en los caminos del Señor, de lo contrario no será ni entendida en su palabra ni podrá tener sabiduría. Pablo dice que nunca se debe elegir a un neófito o sea a alguien que no sepa la palabra, a alguien que acaba de llegar a los pies de Cristo (vea Primera de Timoteo 3:6) para que no se envanezca. Elegir a las personas idóneas evitará lastimar la fe de los hermanos.