sábado, 12 de diciembre de 2009

Sólo entraron los que estaban dispuestos a creer y luchar.

Es impresionante leer en las escrituras la cantidad de gente que llevaba sobre sus hombros Moisés cuando salió de Egipto, dicen las escrituras que sólo entre los varones eran más de seiscientos tres mil quinientos cincuenta (603,550), y éstos, tan sólo, eran los mayores de 20 años, lo que implica que los ancianos y los niños y los jóvenes no fueron contados, así como tampoco las mujeres (Números 1:3 y 46).

Si analizamos un poco la situación la cantidad de israelitas que se llevó Moisés de Egipto eran como dos millones de personas o un poco más, dado que las familias eran numerosos por el hecho que ya hemos comentado, todas las familias creían que entre ellas podía nacer el Mesías prometido. Bueno, el hecho es que, impresiona que todos los que murmuraron y se quejaron por la falta de agua y de carne en el desierto NO ENTRARON EN CANAAN. La murmuración y la queja fue la razón por la cual Dios dispuso que no entraran, fueron graves esas faltas, porque éstas gentes recién habían visto la gloria de Dios y la negaron. Vieron el milagro de las 10 plagas por y para su libertad; vieron el milagro del Mar Rojo abriéndose a su paso y cerrándose al paso de los egipcios; vieron la nube sobre ellos y vieron la columna de fuego delante de ellos para protegerlos y guiárlos, murmurar y quejarse fue falta de fe. Murmurar y quejarse fue decirle a Dios: Todo lo que acabamos de ver fue casualidad. Fue decirle a Dios: Ni aún con todo lo que hemos visto que has hecho por y para nuestras vidas creemos en Tí, pues nosotros merecemos más. Quejarse y murmurar fue simplemente NEGAR el poder y el amor de Dios.

Prueba de ello es que, también los 10 espías que se opusieron a Caleb hijo de Jefone y a Josué hijo de Nun cuando fueron a espiar la tierra, siguieron con vida luego del juicio de Dios a los que se quejaron y murmuraron (Números 14:36-38). Nosotros hemos visto la gloria de Dios en nuestras vidas, solamente por lo que estamos viviendo hoy, no nos quejemos ni murmuremos, pues lo que haremos es negar la gloria de Dios.