martes, 16 de febrero de 2010

Por amor a tu padre.

El reinado de Salomón fue un tiempo precioso cual no ha habido en Israel, y quizás hasta prodíamos afirmar que el tiempo de mayor esplendidez de una nación fue ese tiempo en Israel. Salomón unificó las doce tribus; contruyó un palacio como ninguno ha habido en la historia de ninguna nación; edificó la famosa Cámara de Justicia; mandó edificar un palacio similar a ésta Cámara para la hija de faraón, y mandó construir una flota de barcos a orillas del Mar Rojo.

Lamentablemente, la debilidad de Salomón eran las mujeres, y debido a esa debilidad tomó esposas de cuanto pueblo y nación pudo, dice la escritura que tenía setecientas esposas de estirpe real, y trescientas concubinas, todas, de diferentes creencias. Esto lo llevó a apartarse de Dios, condición que tanto su padre David como Dios mismo le habían dicho que no hiciera, pues si lo hacía el poder y la protección de Dios se apartarían de Israel. Ahora bien, el punto que queremos enfocar hoy aquí son las palabras de sentencia de Dios para con Salomón: "Por cuanto ha habido esto en tí, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días (mientras tú vivas) POR AMOR A TU PADRE, sino lo romperé de la mano de tu hijo" (1era. Reyes 11:11-12).

¡Qué amor tan grande hubo entre David y Dios! Para que aún muerto David, Dios se acordara de él y lo honrara en esa forma. ¡Qué lejos vivimos nosotros de esa clase de vida, como para que Dios se exprese así de nosotros delante de un hijo nuestro! Hoy es un día de reflexión, hoy podemos iniciar a cambiar esa vida, nunca es tarde para iniciar algo, además, tenemos que tener fe en que Dios es capaz de REDEMIRNOS EL TIEMPO PERDIDO. Meditemos.