miércoles, 4 de febrero de 2009

¿Haciéndo qué, agradamos a Dios?

A todos nos gusta quedar bien con la gente, todos queremos agradar o se agradables, es más, a todos nos gusta ser halagados luego de servir, de atender, de hacer algo por alguien. La mejor prueba de ello es que cuando no somos halagados pensamos que lo hecho estuvo mal hecho, que el servicio fue malo, que no fuimos lo suficientemente atentos, o nos molestamos porque las otras personas no son agradecidas.

Con Dios no es así, a Dios le agradamos con detalles como con grandes proezas, veamos algunos ejemplos: Cornelio el centurión de Cesarea agradó a Dios a pesar de ser un impío, por sus "oraciones" y sus "beneficencias", vea Hechos 10:4; Pedro agradó a Dios porque cuando tuvo la visión de ir a Cornelio no "dudo" en ir a visitarlo, vea Hechos 10:20; Pedro agradó a Dios cuando no permitió que ninguno se "postrara" delante de él, fue ese es solamente un privilegio para Dios, vea Hechos 10:25-26; el mismo Pedro agradó a Dios, porque a pesar de serle prohibido por la ley, estar con un gentil, no "replicó o protestó" cuando le fue ordenado ir a casa de uno, vea Hechos 10:29.

Por último, Dios se agrada de las personas que le "temen" y que "hacen justicia", términos que bíblicamente significan lo siguiente: Para "temen" se utilizó la palabra "fobeo" que implica: reverencia, respeto, temblar, o quedar asombrado; mientras que para "justicia" se utlizó la palabra "dikaiousune" que implica: equidad. Equidad es la virtud que hace a una persona actuar con moderación. Como vemos pues, agradamos a Dios con elementos sencillos de la vida, no hace falta que vendamos todo lo que tenemos y lo demos a los pobres para agradarlo. Recordemos: Oraciones, beneficencias o buenas obras, no dudemos, no nos postremos ante nadie ni nada, no protestemos ante lo que nos manda, tengamos temor a EL, y hagamos justicia.