domingo, 12 de abril de 2009

Libertinaje, libertad y esclavitud.

Dentro del sistema que hace funcionar a la iglesia del día de hoy, existen tres estados, éstos son el libertinaje, la libertad y la esclavitud. El libertinaje es cuando usted es instruido en las normas y los estatutos que un verdadero creyente debe observar y cumplir, y usted simplemente no lo hace, cree que con haber ido un domingo de tantos al culto, o haber ido a la campaña de un gran evangelista, y haber levantado el dedo, pasado al frente, declarar públicamente que cree en Jesús ya con eso tiene su pasaporte al cielo, pero puede vivir como le venga en gana que no importa, total, la sangre de Cristo es poderosa y perdona todo pecado. Error, eso es como la semilla que cae en mala tierra y muere (vea la parábola del sembrador).

Libertad es cuando habiéndo sido instruido en las normas y estatutos del verdadero creyente, usted guarda un equilibrio entre la vida material, la cual estamos obligados a vivir y Jesús lo sabe (sino, no hubiese orado por nosotros como lo hizo en Juan capítulo 17: "Padre, te pido por estos (los discípulos) y por los que han de creer por éstos (nosotros), pues están en éste mundo pero no son de éste mundo"), y un equilibrio entre la vida espiritual. Pablo también dijo que en condiciones normales, el que no trabaja que no coma, en otras palabras tenemos que mezclarnos con el mundo para ganarnos el sustento, pero no tenemos por qué hacer lo que ellos hacen.

Y, esclavitud (repetimos, dentro de la iglesia) es cuando extremamos esas normas y esos estatutos en los cuales fuimos instruidos, y llegamos a pensar que son más importantes que Dios, que nuestra familia, que nosotros mismos, y que, siendo la base que sustenta la congregación podemos darnos el lujo de sacrificar o abandonar nuestras obligaciones por cumplir las de la iglesia. Nunca, pero entendamos bien, nunca, fue el propósito de Dios darle a la congregación una mayor importancia que a EL mismo, que a la familia y que a nosotros como personas. Jesús no vino a hacer el papel de Cristo para formar una congregación, vino a cumplir con ese papel para salvar al hombre, para salvar almas, no para construir templos, mucho menos fastuosos templos. La primera institución que Dios formó fue la familia, no la congregación. Tenemos que servir en la congregación, pero sin anular el orden de Dios (vea Juan capñitulo 10 y entenderá los propósitos del Buen Pastor). No confundamos la libertad con el libertinaje, pero tampoco nos convirtamos en esclavos. Pues en donde está el Espíritu de Dios... allí hay libertad (2da. Corintios 3:17). Como Pastores humanos somos administradores de ovejas, no dueños de ellas.