sábado, 25 de abril de 2009

Ordena tu casa, porque morirás.

Ha de ser una muestra de amor muy pero muy grande de parte de Dios, y además, un privilegio para personas que El considera muy especiales, el que les muestre el día de su partida de éste mundo así como darles el consejo de ordenar la casa, esto, para no dejar ningún tipo de problema a los deudos. Ese ejemplo lo vemos con el rey Ezequías a quien Dios le envió al profeta Isaías para hacérselo saber (2da. de Reyes 20:1).

El rey Ezequías tenía buen testimonio delante de Dios, pues Dios no lo contradice cuando él afirma: "haber andado delante de Dios en verdad y con ìntegro corazón durante su vida y su reinado" (ver 2da. Reyes 20:3). Sin embargo, cuando Ezequías pide más tiempo de vida, se equivoca, pues si su partida hubiera sido en el tiempo de su enfermedad no hubiera provocado todos los problemas que vemos en los versos siguientes (17-18 específicamente).

Dios es un Dios de orden, de disciplina, de respeto y de puntualidad, en ocasiones, y creo que solamente en ciertas ocasiones, lo provocamos a que rompa esas leyes, pero los culpables de que el resultado final no sea lo que estaba planeado, es solamente culpa nuestra por nuestro egoísmo, por nuestra falta de contentamiento por lo que tenemos o por lo que queremos. Dios no se equivoca jamás, como buen Padre nuestro desea y planea lo mejor para nosotros. Tengamos contentamiento, no sea que, rogando, nos conceda nuestro capricho pero perdamos un mejor galardón (vea de nuevo los versos 17-18). Si EL dice ordena tu casa, lo mejor es ordenar la casa, porque seguramente moriremos.