jueves, 11 de febrero de 2010

¡En la multitud de consejeros, no de consejos ni opiniones ¡

Toda la vida de una persona está plagada de decisiones, si tomamos éste empleo o no lo tomamos; si nos casamos o no nos casamos; si compramos casa o alquilamos; si tenemos hijos pronto o no los tenemos; si los educamos en casa o los llevamos a un colegio; si esto o lo otro, etc. Y, muchas de esas decisiones lamentablemente han sido equivocadas, no siempre las circunstancias han dependido de nosotros, pero el hecho es que en alguna medida hemos fallado. ¿Por qué?

La escritura nos dice una de las razones: "Donde NO hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de CONSEJEROS hay seguridad" (Proverbio 11:14). Aquí tenemos varias lecciones prácticas que aprender: Uno, muchas veces fracasamos o tomamos la decisión equivocada porque no CONSULTAMOS con nadie, ni le preguntamos a nadie, nos creemos autosuficientes, y por ello, erramos el camino. Dos, nótese que dice multitud de consejeros NO DE CONSEJOS, pues una parte es que alguien nos aconseje y muy diferente que sigamos su opinión, pues si consultamos con tres personas y las tres opinan diferente, ni modo que hagamos tres movimientos simultáneos. Debemos razonar y elegir la más cuerda, la de más experiencia, la de más lógica, la más práctica, etc. Tres, nos está implicando que nos da seguridad, el no actuar solos. Nos explicamos.

Dios mismo, nos da un ejemplo precioso de cómo se toman las decisiones: Cuando David estaba por morir, mandó coronar a su hijo Salomón como rey sucesor, veamos cómo y con quienes lo hizo: Uno, Dios le dijo a David que fuera Salomón el rey y Absalón. Dos, David envió a llamar a un profeta: Natán; a un sacerdote, Sadoc; y a su capitán de la guardia, Benaía; y él como Rey (1era. Resyes 1:32), no lo hizo sólo a pesar de que Dios le había hablado. Siempre que vayamos a tomar una decisión, por sencilla que sea, puede tener mucha repercusión en nuestras vidas, si no la consultamos primero con Dios, y luego con quienes corresponde podemos cometer errores que lamentemos por mucho tiempo, o quizás, el resto de nuestras vidas.