domingo, 5 de julio de 2009

Pero no se lo digáis a nadie.

Hubo ocasiones en que Jesús les habló a sus discípulos y nos parece como que estaba encubierto, como que no se le entendía lo que quería explicar. Situaciones que nos dan la impresión de que Jesús quería pasar desapercibido para unos, pero en ese intento también lo pasaba para los que le seguían. Nos explicamos.

Cuando alguien hace algo extraordinario, lo que más desea es que la gente se entere, que la gente sepa quién hizo qué, ese es el corazón orgulloso del hombre; pero, en el caso específico de Jesús, EL hacía todo lo contrario, en cada ocasión que hace ver a un ciego de nacimiento (Marcos 8:26); en cada ocasión que hace reconocer y confesar a sus discípulos quién es EL (Lucas 9:21); en cada ocasión en que sana a alguien de la lepra (Marcos 1:41)... les dice: NO SE LO DIGAN A NADIE. En unas situaciones fue porque Jesús quería que el que lo siguiera fuera por lo que EL era, y no por lo que EL hacía o daba (el caso del leproso); en otras para proteger a quien recibía el milagro (el caso del ciego de nacimiento que hasta lo sacaron de la sinagoga por decir que Jesús lo había sanado), y en un último caso para protegerse El, pues su tiempo aún no había llegado y los "ancianos", los "principales sacerdotes", los "escribas" lo querían matar (vea Lucas 9:20-22).

Qué sabiduría y qué humildad la que nos muestra Jesús en èstos pasajes, qué comparación con el derroche de vanidad y de alboroto que se hace hoy con rótulos, anuncios de prensa, mantas y toda la publicidad posible por parte de algunos predicadores de su evangelio. Pareciera como que Jesús nos hubiera instado a: VAYAN Y CUENTENSELO A TODO EL MUNDO en lugar de decir: Pero no se lo digas a nadie. Creemos que Cristo viene pronto, por lo tanto es necesario que nosotros menguemos para que El brille, no al contrario.