lunes, 15 de febrero de 2010

No había nada en el Arca... solamente las tablas de la Ley.

Difícilmente encontraremos en el mundo algún mueble o equipo que sea tan valioso, tan codiciado, y tan buscado como la famosa "Arca del Pacto de Moisés". Por siglos se ha discutido su paradero, luego de que durante el éxodo y la conquista fuera tan importante para el Pueblo de Dios. Desde que Moisés recibe la orden de construirla en el desierto hasta la última mención en Jeremías (3:16 si no nos equivocamos), NUNCA más se ha oído de ella. Especulaciones muchas, pero realidades y pruebas ninguna.

El hecho que nos ocupa hoy es el de que cuando se construyó llevaba dentro, según cuenta la tradición: Las Tablas de la Ley, la vara de Aarón y un poco de maná del desierto. Pero, la escritura es clara en explicarnos que, cuando el Templo que Salomón le construyó a Dios fue dedicado, en ella: SOLAMENTE HABIA DENTRO LAS DOS TABLAS DE LA LEY, QUE MOISES HABÍA RECIBIDO EN EL MONTE HOREB (1era. Reyes 8:9). ¿Qué lección nos deja todo esto? Bueno, en el Nuevo Testamento Pablo nos hace ver que el Templo del señor, AHORA, son nuestros cuerpos (1era. Corintios 3:16). Si tratamos de deducir que lo más importante en el cuerpo humano es el corazón, órgano sin el cual no viviríamos, entonces hemos de suponer que el Arca es eso, nuestro corazón. Y que en él, el único elemento que debiera existir es: Su Ley.

Cuando en la profecía del final de los tiempos (en los cuales creemos feacientemente estamos viviendo), El Señor cuestiona a las siete iglesias, a la primera de ellas, Efeso, le reclama: " Tengo contra tí, que has dejado tu primer amor". ¿A qué amor se refiere? Pues a aquél amor que nos enganchó con EL, cuando estando en la agonía de la pena, de la limitación, de la enfermedad, de la muerte, de la desesperación... el asomó su bello rostro, extendió su mano, y nos dijo: "Hijo mío, ven. En el día de la angustia clamaste a mí, y yo te respondí; pero tú me honrarás todos los días de tu vida"... Y nosotros dejamos de hacerlo. Reflexionemos, que aún hay tiempo: "Buscad a Dios mientras pueda ser hallado; llamadle en tanto está cercano" nos dijo Isaías en 55:6. Lo que quiere decir que llegarán días en que se le buscará pero será tarde, pues ya no estará. Hoy es el día de arrepentimiento, hoy es el día de buscarle, hoy es acaso el día en que al fín le encontraremos, y si eso sucede: NUNCA MAS SEREMOS LOS MISMOS Y SU LEY ESTARA EN NUESTROS CORAZONES.