lunes, 25 de enero de 2010

Dios es casa no refugio.

Mantenemos nuestra idea y opinión, puesto que lo hemos visto y comprobado por los últimos 29 años, que es más fácil que una persona se acerque a Dios cuando tiene problemas, limitaciones, escacesez, enfermedades o muerte de alguien cercano, que cuando está bien de salud, económicamente estable, y en relativa tranquilidad.

David era un hombre de Dios, era un hombre que amaba a Dios y que vivía luchando por agradarlo, aún así, y aún habiéndo sido ya ungido como rey, el que reinaba era Saúl. Con cada logro de David nos dice la escritura que el odio y los celos de Saúl crecían en su contra, ¿Por qué? Simplemente, porque el espíritu de Dios se había apartado de Saúl, y en lugar de él, había entrado un espíritu de maldad (1era. Samuel 16:14 y 18:2). La persecusión llega al máximo y David tiene que ir a vivir a una cueva, la cueva de Adulam. Estando allí se le unen los afligidos, los endeudados, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y David, fue jefe de ellos (1era. Samuel 22:1-2). Saúl viviendo en el palacio del rey, y ya no era rey; David viviendo en una cueva como ladrón prófugo, y ya era el rey.

Saúl llegó a ser el prototipo de la persona que tiene a Dios como refugio, aún viviendo en un gran palacio; David llega a ser el prototipo de la persona que tiene a Dios por casa, aún viviendo en una cueva. Saúl llega a ser el prototipo de la persona que teniéndolo todo, no tiene nada; David viene a ser el prototipo de la persona que aparéntemente no tiene nada, pero que lo tiene todo. ¿La diferencia entre uno y otro? TENER A DIOS POR CASA Y NO POR REFUGIO. Muchos somos los que en cuanto tenemos problemas clamamos a Dios; pocos, los que le buscan cada día, cada mañana, cada momento, cada decisión. Pronto, pero muy pronto, esos menesterosos, esos afligidos, esos endeudados, esos amargados de espíritu tendremos que buscar en una cueva a un líder que nos enseñe que Dios es casa y no un refugio.