jueves, 25 de febrero de 2010

¿Cuánto vale nuestra gratitud?

¿Cuál es el motivo por el cuál seguimos a Jesús? En muchas reuniones hemos discutido éste punto, y la conclusión a la que hemos llegado en grupo es casi unánime: "Seguimos a Jesús para que nos de una solución a nuestras necesidades", nos acercamos a Jesús porque nuestra esperanza, "irónicamente" después de estar agotados por usar inútilmente todas nuestras fuerzas y esfuerzos en solucionar nuestros problemas, es haber si EL si puede.

No debemos sentirnos mal por ello, primero porque el mismo Jesús lo sabía y lo proclamaba: "No he venido a los sanos sino a los enfermos" (Mateo 9:12) (Es cierto que en un sentido espiritual se refería a la salvación, pero materialmente también es verdadero). Luego, porque casi todos hacían lo mismo en su tiempo, vemos que una mujer enferma de flujo de sangre se le acerca, para que la sane. Que un centurión le pide que sane a su empleado. Que un hombre le pide que sane a su hija de doce años. Que Marta y María quieren que les resucite a un hermano Lázaro. En pocas y cortas palabras... todos o casi todos se le acercaron a Jesús por interés, que es lo que casi todos nosotros hemos hecho en ésta época. Pero, y allí es donde viene la diferencia. Diez leprosos se le acercan para pedir sanación, nueve se van contentos con su milagro, uno, se queda atrapado por el amor de Jesús.

Ese es el camino que toman los que algún día estaremos con EL para siempre. ¿Y cómo inició el camino el leproso... regresando a dar las gracias. Cuando estudiamos en el Instituto Bíblico un gran maestro de la Palabra nos enseño algo que consideramos un principio básico de la salvación: "La gratitud tal vez no nos mete al cielo, pero la falta de ella... seguro nos manda al infierno". El leproso regresó a dar las gracias y se cautivó con Jesús. Esto es lo que nos sucederá a todos aquellos que no olvidemos a Jesús luego de recibir nuestro milagro. Amén.