La fe es algo intangible, no lo podemos tocar pero sí lo podemos medir. Extraño suceso pero así es. Cuando estamos en una situación angustiosa, frente a la limitación, frente a la enfermedad, frente a la muerte quizás, entonces queremos exprimir nuestra fe haciendo grandes y profundas oraciones. Tenemos hasta extremas demostraciones de esa fe que decimos tener. Pero, ¿Qué hacíamos cuando todo iba bien? ¿Teníamos esas mismas expresiones o demostraciones o nos dedicábamos a los placeres, olvidándonos de Dios?
La fe la debemos mostrar siempre. Los grandes hombres de fe igual mostraron su actitud estando lo más controlados posibles en las situaciones difíciles o cuando estaban bien. Abraham mostró su fe cuando cinco reyes se llevaron cautivo a su sobrino Lot, Abraham no era un guerrero, sin embargo armó 318 hombres valientes de entre sus criados, y con ellos venció a cinco reyes belicosos y abusivos (Génesis 14:14). ¿Y que hacía Abraham en tiempos de prosperidad? Levantaba altares de gratitud (Génesis 12:7-8). En el libro de Habacuc leemos una actitud modelo de fe, cuando éste ora así: "Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales... CON TODO, YO ME ALEGRARE EN JEHOVA, Y ME GOZARE EN EL DIOS DE MI SALVACION" (Habacuc 3:17-18).
Esa es la fe que debemos mostrar los hijos de Dios, una fe en las buenas y en las malas. Una fe que le diga al mundo y especialmente a Dios: "Dios mío no importa si me prosperas o no me prosperas, no importa si estoy sano o estoy enfermo, no importa la situación en que me pongas... CON TODO, YO ME ALEGRARE EN TI, PORQUE TU ERES MI SALVACION, cualquier otra situación es ganancia.
viernes, 7 de agosto de 2009
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