martes, 26 de mayo de 2009

Lo que ojo no vió, ni oído oyó.

"Quién de vosotros dará a vuestros hijos una piedra cuando os pide un pan; o si te pide un pescado, le darás una serpiente". Ahora bien, si vosotros siendos "malos" sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos ¿Cuánto más, el Padre que está en los cielos, no sabrá daros buenas dádivas? (Mateo 7:9-10). Con éstas palabras exhortaba Jesús a sus seguidores. Y quienes le creyeron, quienes le siguieron, quienes se sacrificaron en éste mundo por ese ideal, ya lo alcanzaron. hemos visto morir muchos creyentes en el transcurso de nuestras vidas, y la paz que reflejan sus rostros contrasta, y en mucho, con quienes no han querdio seguirle.

Creemos firmemente que Dios es un Ser de orden, de disciplina, de palabra, severo, y hasta celoso, pues en la misma Escritura El lo dice de sí mismo; pero también creemos que Dios es un ser grande, bueno, poderoso, dadivoso, y misericordioso para todos aquellos que nos acercamos a suplicar por esa misericordia. Y, en esa misericordia creemos firmemente que cuando nos acercamos arrepentidos y le pedimos perdón, EL lo concede. Y ese perdón nos da el derecho de poder llegar a ser herederos suyos. También creemos, que así como nosotros los hombres siendo "malos" cuando nos aprestamos a dejar éste mundo, les damos a nuestros hijos lo mejor en herencia, así, Dios nos ha preparado una herencia que no alcanzamos a imagir allá en los cielos.

Dice: Lo que ojo no vió, ni oído oyó, es lo que Dios ha preparado para nosotros (1era. de Corintios 2:9). Hemos visto las casas de los grandes magnates del petróleo, hemos visto los yates de los grandes banqueros, hemos visto las casas de los grandes comerciantes, hemos visto los atuendos de los grandes artistas, vemos los grandes lujos en la vida de quienes pueden pagárselas... Si nos deleitan los "Bosques de Viena", "El Danubio Azul", "Aída", "La 1812" que es lo vemos con los ojos y oímos con los oídos. Cuánto más, NO PARA SUS CONSENTIDOS SINO PARA TODOS, dice Dios: Lo que ojo no vió, ni oído oyó... eso es lo que tengo preparado para vosotros. Sin contar que gozaremos de su presencia eterna, preguntamos ¿No vale la pena dejar la botella, el cigarro, la mujer ajena, los negocios turbios, la mala vida... por 50, 60 ó lo más 70 años, cuando por una eternidad estaremos con EL, y gozando de lo que ojo humano no ha visto, ni oído humano a oído?