viernes, 28 de agosto de 2009

Por conveniencia o por convicción.

¿Sigue usted a Jesús por conveniencia o por convicción? Si lo sigue por conveniencia, usted será de aquellas personas como las de la Parábola de la semilla, que en cuanto llegue un poco de tormenta, en cuanto alguna piedra se atraviece en su camino, en cuanto algunos problemas le ahoguen, también se le ahogarán la fe. Pero si usted sigue a Jesús por convicción, usted sabrá que : "Todo lo que le acontece a un creyente, el Señor lo utiliza para bien" (Romanos 8:28).

Usted sabrá que tanto lo que nosotros creemos bueno, como lo que creemos malo en los aconteceres de y en nuestras vidas, tienen un propósito. Le explicamos, hace como 25 años una joven se enfermó de una extraña dolencia, estubo al borde de la muerte en varias ocasiones, luchó por la vida como a pocas personas las hemos visto hacerlo, en todo y para todo le daba la gloria a Dios por lo que le acontecía, su estado físico era tan precario como el financiero por lo que en todo el tratamiento de la enfermedad vio milagro tras milagro, pero ella le daba la gloria a Dios. Muchos no solamente no la entendían sino que claramente se lo decían: no sueñe, Dios no se mete en ésto, aquí es la ciencia y la medicina y punto, le decían. Pero ella le seguía dando la gloria a Dios.

Aproximadamente 5 años después de que ella había salido de lo difícil de ésta enfermedad, se supo de una pareja de doctores que la atendió, quienes en un desayuno de hombres cristianos dijeron haber llegado a los pies de Cristo, por el testimonio de una su paciente hacía 5 años, se trataba de la joven en mención. En 1era. de Corintios 7:23 dice la escritura que: "Por precio fuimos comprados", y déjenos decirle que Dios no escatima precio para comprar una alma. A una, a la joven enferma, la perfeccionó en su fe y estamos seguros que hoy ocupa un mejor espacio en el reino del Señor, pues ésta joven ya murió de otra enfermedad; a los otros, los doctores, fue el precio que se pagó por su salvación eterna. Pero lo más importante de todo, es el hecho de que llegaron al Señor por convicción y no por conveniencia.