sábado, 31 de octubre de 2009

Cuando la cabeza está enferma.

En toda empresa o en el hogar mismo, cuando quien se supone que es la cabeza o la persona que lo dirige se enferma, las situación empieza a cambiar. Se pierde la estabilidad; las decisiones que se toman ya no son precisamente las más acertadas; entra la insertidumbre de qué es lo que va a pasar, cómo va terminar éste asunto o el otro. Y, si a eso le agrega usted que no posee un seguro que lo respalde económicamente, entonces entra también la angustia.

La historia nos muestra la lamentable situación, aún de pueblos enteros que, por tener una cabeza enferma como guía han sufrido hasta lo incontable. Vemos el caso del pueblo de Dios, el pueblo de Israel en tiempos de Jeremías, cuando por estar enfermas las cabezas espirituales, guiaron o permitieron guiar al pueblo a caminos lejanos a lo que su Dios les pedía, nos lo dice el profeta así: "Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron, buscaron comida para sí con que entretener su vida" (Lamentaciones 1:19), y aún sigue diciendo: "Tus profetas vieron para ti vanidad y locura; y no descubrieron tu pecado para impedir tu cautiverio, sino que te predicaron vanas profecías y extravíos" (Lamentaciones 2:14).El pueblo creyó las profecías de paz, de poder y de prosperidad que los profetas decían y por ello el pueblo paró en cautiverio 70 años. Solamente Jeremías predicaba el evangelio del sufrimiento y por ello hasta lo metieron preso, vea Jeremías 20 del 1-6.

Cuando Cristo no es la cabeza de su hogar, cuando Cristo no es la cabeza de su vida, cuando Cristo no lo es todo en todo en la vida de alguien, ese alguien terminará extraviando el camino y tarde o temprano terminará también en cautiverio. Lamentable tener qué decirlo hoy, que aún en muchas congregaciones Cristo NO ES LA CABEZA, y los líderes están buscando comida solamente para cubrir sus necesidades y entretener sus vidas, y aún, hacen que los profetas le profeticen a la congregación vanas profecías y extravíos, haciéndolos creer que no van a sufrir, que Dios los va a prosperar a como de lugar, que nunca más van a tener problemas y sufrimientos.