jueves, 4 de marzo de 2010

El final de los perversos.

Cuando éramos niños y estábamos en el lugar no indicado nuestra bisabuela Sofía nos decía, a manera de broma, un refrán que no hemos olvidado: "Mijo, vieras como ayuda el que no estorba", y, lógicamente, uno sabía que había que o quitarse de donde estaba, o, ayudar. En ésta vida tanto en lo material como en lo espiritual hemos comprobado hasta la saciedad, que una persona es de mucha utilidad cuando si no es un elemento de la solución, al menos deja de ser un elemento del problema. Como quien dice: Bastante ayuda el que no estorba.

En tiempos del rey Acab, había al lado del palacio en Samaria, una heredad que pertenecía a un israelita llamado Nabot, éste, en obediencia a las leyes que Dios le había dado a sus ancestros, no le quería vender la tierra al rey el cual había incistido en comprarla. Pero el rey estaba casado con una mujer perversa llamada Jezabel, la cual por medio de testigos falsos mandó a asesinar a Nabot. Muerto Nabot le dijo al rey que fuera y que tomara la tierra. En esos días gobernaba espiritualmente Dios por medio de Elías, profeta al cual le dijo: "Profetisa que Jezabel morirá comida por los perros en el muro de Jezreel", tal y como sucedió (1era. Reyes capítulo 21).

Jezabel actuó perversamente, actuó a escondidas del rey, a escondidas de los hombres y por ello pudo engañar a los jueces para que condenaran injustamente a Nabot, pero no pudo engañar a Dios. Jezabel es un ejemplo de cómo actúan y se manejan los perversos, y es por supuesto, un ejemplo de cómo terminan sus días los perversos. Pidamos a Dios perdón por nuestras malas acciones, que tiene suficiente misericordia para perdonarnos, pero si no, entonces no necesariamente moriremos comidos por los perros, pero sí, por la factura que nos pasen nuestras malas acciones.