viernes, 6 de marzo de 2009

No son los oidores los justos sino los hacedores de la ley.

De nada sirve que oigamos la voz de Dios todos los días, de nada sirve que estemos en la presencia de Dios a cada momento, si cuando EL nos habla lo escuchamos pero no lo obedecemos. Unas de las frases de sentencia más grandes que se puede encontrar en las Escrituras es cuando el salmista exclama:"Sacrificio y ofrenda NO TE AGRADAN, holocausto y expiación NO HAS DEMANDADO, entonces he aquí vengo para HACER TU VOLUNTAD, porque hacerla me ha agradado Dios mío" (Salmo 40:6-7).

Tenemos que entender algo muy importante: Jesucristo no agradó a Dios por morir simplemente, sino agradó a Dios y nos salvó porque murió en obediencia a lo que Dios Padre quería. ¿Qué significa esto? Pues que murió con gusto, sabiendo que con ello agradaba al Padre. Es tan cierto que el mejor regalo que le podemos hacer a Dios es la obedicencia, que el profeta Jeremías dice en 11:15: "¿Crees que los sacrificios pueden evitarte el castigo?".

Entendamos algo, a Dios nadie le puede comprar, a Dios simplemente lo podemos agradar y eso lo hacemos no con sacrificios y penitencias, sino con hacer su voluntad, con hacer lo que nos pide, o sea, con obediencia, por ello es que dice: No son los oidores de la ley los justos, sino los obedientes a la ley (Romanos 2:13).