domingo, 26 de julio de 2009

El compromiso del hombre no es el mismo que el comrpomiso de Dios.

Usted puede verlo en la historia y puede verlo en la realidad diaria, muchos hablan de la "obra del Señor", del "Ministerio del Señor", de que lo que se está haciendo es porque "recibimos la guía y la orden del Señor". Pero al final, usted ve con profunda tristeza que lo que se está haciendo es la obra y la voluntad, por no decir en ocasiones el capricho del hombre.

Es fácil reconocer cuándo una obra es o viene de Dios y cuándo una obra es la voluntad, el deseo, o el capricho del hombre. Cuando Dios bendice una obra, ésta camina sola, no necesita de ayudadores para que inicie ni para que camine, nos explicamos: Dios le dice a Moisés, toma a todo mi pueblo, con sus hijos y sus ganados y llévalos a la Tierra Prometida por el desierto. Y Moisés le dice, si vas con nosotros sí, si no, no. ¿Por qué pensó y dijo eso Moisés? Pues simplemente porque Moisés sabía que en el desierto se iba a necesitar agua y comida, y más aún, que era Jehová el único que podía sacar a los enemigos de esa tierra habitada (vea Exodo 33:1-3). Moisés sabía que cuando una obra es y viene de Dios, no es necesario andar pidiendo y poniendo la mano para que OTROS nos ayuden a cumplir la promesa que hicimos, o a mantener una obra que iniciamos.

Cuando con profunda pena vemos a un ministro de Dios pidiendo para la obra de Dios, tengamos la certeza de que esa obra NO ES DE DIOS, es del ministro. Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta (Números 23:19). Si el dijo: Levanten un orfanato, Dios será quien provea el terreno, Dios será quien provea los niños, Dios será quien provea el mantenimiento, y será Dios el que provea porque algún día no falte ni los niños ni el mantenimiento de los mismos... de lo contrario será obra de hombres. Un verdadero Ministerio del Señor NO DEBIERA SER ANUNCIADO, eso le da gloria a quienes lo manejan y no a quien se supone lo hizo, Dios. Dios jamás ha sido un pedigueño, EL es autosuficiente. Esa es la diferencia entre el compromiso del hombre y el compromiso de Dios.

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