martes, 24 de noviembre de 2009

Lo que nos dice la vida de los antiguos.

Constantemente vivimos leyendo la vida de Adán, de Noé, de Abraham, de Isaac, de Jacob, de David, etc. y, ciertamente en cada ocasión que las leemos nos convencemos de la relación que tuvieron con Dios, y son, efectivamente una motivación para que nosotros sigamos sus pasos. Pero hay un poco más que eso.

En ellos nosotros vemos lecciones prácticas para nuestra vida, y vemos también el camino del bien, las consecuencias del error, lo que cuesta no obedecer, lo que significa el sí obedecer, lo que agrada a Dios, o lo que no. En Adán por ejemplo, vemos las consecuencias de la desobediencia, pues perdemos ese estado de comunicación continua con Dios; en Noé vemos las consecuencias de la obediencia, pues vemos cómo podemos salvarnos y salvar a los nuestros actuando oportunamente; en Abraham, aprendemos a desprendernos con fe y con agrado de lo material, para luego recibir muchísimo más; en David vemos cómo la humildad consigue mucho más que el orgullo y el envanecimiento. En Ezequiel vemos cómo seguir a Dios correctamente nos incluye mucha angustia, pero que todas ellas Dios nos rescata.

Todas y cada una de las historias que se nos cuentan en la Biblia acerca de los antiguos, nos enseñan algo, lo que tenemos que hacer cada día es leerla, estudiarla y pedirle a Dios que nos diga ¿Qué lección me quieres enseñar hoy en la vida de Saúl? ¿Por qué me llevaste hoy a leer acerca de la vida de Pablo? Señor, heme aquí, has lo que quieras de mí. Así como lo hiciste con los antiguos, yo sé que lo que tú tengas para mí hoy, será mejor que lo que me diste ayer.

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