domingo, 7 de marzo de 2010

Yo pensé que...

Naamán era un capitán del ejército de Siria, era un hombre por lo tanto muy importante, altamente honrado por su rey pues por medio de él se habían obtenido importantes victorias. Pero, Naamán estaba enfermo de lepra. La lepra era considerada una enfermedad incurable en aquellos días, y también, era considerada como una maldición.

El punto es que una empleada se entera de la enfermedad de Naamán y le recomienda ir a buscar al profeta Eliseo, de quien sabe ha hecho muchas maravillas en el nombre del Dios de Israel. Naamán va y se presenta frente a Eliseo, pero resulta que Eliseo ni siquiera sale a recibirle, sino solamente le manda un mensaje diciéndole: "Ve y lávate siete veces en el Jordán". Y Naamán, un hombre de alto rango, un hombre altamente honrado por todos, lo que diríamos hoy, una persona muy importante, se va molesto porque el profeta ni siquiera se dignó salir a hablar con él. Y se va con éstas palabras en su boca: "He aquí yo decía para mí", en otras palabras " Yo pensé que...": "Saldría él pronto, y estando en pie invocaría el nombre de Jehová su Dios, y alzaría su mano, y me tocaría en el lugar, y yo sería sano de la lepra" (2da. Reyes 5:8-11).

¿Cuántas veces no hemos tenido dificultades, nos hemos metido en problemas, o hemos empeorado una situación por pensar que...? Nuestra vida debiera de estar cimentada en hechos reales no en suposiciones. Debemos dar pasos seguros en la vida, caminando y planeando todos nuestros actos bajo bases seguras y no bajo suposiciones. No podemos poner un negocio bajo la suposición de que pasará tal o cual situación, lo más seguro es que fracasaremos. Todo plan o toda planificación en nuestra vida debe de ser en base a lo que Dios nos diga que hagamos, no lo que nosotros supongamos que es lo correcto, o mucha frustración vendrá a nuestras vidas. Meditemos.

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